Etapa
17 (374). 30 de junio de 2013, domingo. San Mrtzial.
Brucheville-Carentan-Manoir
de Cantepie-Portes à Flots du Pont du Vey-CALVADOS-Isigny sur
Mer-Osmanville-Grandcamp Maisy.
Hoy
será mi etapa 83 por Francia atlántica.
Despertar
en casa de amigos.
Antigua escuela de Brucheville.
He
oído a Romain marcharse a pescar. A Lucie la veré luego, en el
desayuno. Romain y su otro hermano son gemelos. Me levanto a las 7:15 me
afeito, deshago la cama y pliego el somier. Escribo hasta que bajo a
la cocina a las 8:45 Beso a Beatriz y a Francisco. Ya han pasado unas
horas desde que demostraron ser mis amigos. Se conocieron hace siete
años y, desde entonces, viven juntos. Llevan un año viviendo en
este edificio, que fue en tiempos la escuela de Brucheville. Ayer me
ofrecieron la posibilidad de hablar por teléfono con mis hijas,
dicen que las llamadas son gratis y que pagan 35 € al mes con
Internet incluido. Me parece un precio más razonable que las tarifas
draconianas que hay en España. Con todo, me parece que es un
servicio caro, que como necesidad, ya debiera estar incorporado en los
cálculos del IPC. No llamo a mis hijas porque es muy tarde y además
ya les he mandado e-mail. Como no he releído el blog, no quiero
escribir a mi amiga XX.
Como dato divertido, el perro de la casa se
llama Utah. Este año voy con menos problemas en los pies. No se me
ha puesto morada ninguna uña. Sólo la ampolla que me salió sobre
el dedo pequeño del pie derecho y que se me curó sola, no ha habido
más contratiempos. Tampoco rozaduras. Me salió como una abolladura
en el exterior del talón del pie derecho, pero se ha encallecido él
solo. Cuando veo peligro de rozadura, bajo las tiras sobre el talón
de las sandalias nuevas. Debo proteger mi tendón de Aquiles. Después
de aquel día en que caminé mucho para llegar a Cherbourg, el que
peor caminé fue en la etapa corta de la tarde siguiente, después
del cine. Ambas tardes fueron algo penosas. Me parece que mi cuerpo
ya está adelgazando, aunque menos que el pasado año, pero hasta el
final no lo sabré, y podré comparar. Como ayer se me acabó el diario,
hago las cuentas y llevo gastados 854,18 € de los cuales los pagos
con tarjeta Visa han sido 774,84 €. Tras este preámbulo atemporal,
sacan de un horno el café y la leche calientes y de otro unas
napolitanas de chocolate que ahora salen como recién hechas. Todos
llevamos algo a la mesa del comedor, donde cenamos ayer noche.
Desayunamos. Yo bebo un vaso de zumo de naranja y café con leche, y
como dos napolitanas, más un trozo de pan que embadurno de mermelada
de fresa. Hablamos de la "peli" que vi en Cherburgo, de la que
Francisco ya conoce el argumento y cómo la idea surgió de la
experiencia del actor marroquí, que interviene en la cinta y es el
que le roba la documentación al francés. Utiliza su parentesco para
hacerle la faena y obligarlo a entrar en su país de nacimiento,
Francia, como si fuera un ilegal más. Pasamos a hablar de Welcome,
que también conoce y de Le Havre, de Kaurismaki, de la que ni ha oído hablar. Para
mí, Le Havre es un canto del director nórdico a Francia. Tampoco
conoce Las nieves del Kilimanjaro, en la que Ariadne Ascaride, esposa
del director, interpreta un papel sublime, junto a Darroussin, que no
le va a la zaga, y que también era el inspector benévolo de Le
Havre. También les cuento la historia de Annick y les invito a
visitar Irun, con la indicación de que finales de agosto o primeros
de setiembre son buenas fechas para mí. Antes y después la cosa se
complica, pero se puede negociar. Les doy mis señas y ellos las
suyas y prometo escribir. Usaremos correo e Internet y el teléfono
sólo en caso de necesidad.
Baja
Lucie a desayunar, toma algo de zumo y no prueba ni la leche ni el
café. Le pedimos que nos haga una foto con su máquina y
yo saco otra a los tres. Utah se asoma y mientras Francisco y Lucía
miran al perro, la única que presta atención a la cámara es
Beatriz. Esta foto de despedida es la que queda para mi blog. Cargo
con mis mochilas y, cuando me estoy despidiendo de ellos, llega
Romain con la pesca, la trae en un cubo que lleva en el hueco del
asiento del copiloto.
Se
contrista al ver que me voy y yo también me entristezco al ver los
magníficos centollos que podría haber saboreado si hubiera aceptado
la invitación a comer. No sólo me voy por no abusar de tanta
generosidad, sino porque deseo continuar mi camino y llegar antes de
la noche a la costa de Calvados, salvando la Baie des Veys. Quedarme
me supondría no salir hasta las cinco de la tarde. Con lo lento que
soy saboreando el marisco… Romain ha madrugado y está en perfecto
estado de salud. Además de los tres centollos, trae en el fondo del
cubo mejillones y algún pescado brillante por encima, probablemente lubinas pequeñas. Le ha cundido
el madrugón. Le veo que se queda triste porque no me quedo a
apreciar su pesca. Saco foto al pescador con la pesca en su coche y
me despido de nuevo de todos.
Voy
en dirección Le Grand Vey. Ya sé que debo retroceder al cruce de
ayer y seguir la carretera que señalaba esta dirección.
Le
Grand Vey.
Desde
la carretera saco foto de un prado que me ofrece la iglesia y las
pocas casas de Brucheville. La carretera que cojo tiene un nombre
Curry Road. Curry debía ser el nombre de algún militar de las
fuerzas aliadas que debió morir en la batalla que se conmemora de
junio de 1944. ¿Será por eso que no me agrada el curry? Otra banalización más de la guerra.
El
camino no tiene pérdida. Voy por pista cyclable. A 3 Km. encontraré
Le Grand Vey. Llego al lugar anunciado y en un punto de la costa en
curva, veo un ancla que está puesta como elemento decorativo del
paisaje y también la zona de arena, y plantas de marisma que se
aproximan a los lodos y que conforman la Reserva Natural de
Beauguillot. El ancla simboliza el arraigo en tierra firme, en
contraste con lo vulnerable, lo inestable, de la marisma, del
humedal.
Saco
otra foto de lo mismo pero con mayor perspectiva y, al fondo, se
aprecia la Pointe de Brévands. Dos mujeres hablan en la puerta de su
casa, una dentro y la otra fuera de su recinto. Les comento mi viaje
y de dónde vengo y la que está fuera ya sabe que he dormido en las
antiguas escuelas. ¿Tan bien lo habré explicado? Me desean suerte.
Abandono el lugar, y por la carretera se ven estelas funerarias con
nombres de muertos, como la de Curry ya mencionada, pues da nombre a
todo este tramo de carretera.
Hacia
Carentan.
Ahora
todo se simplifica, ya que sólo hay una carretera y no tengo opción
a irme hacia la izquierda. Si me quisiera confundir, tendría que
coger algún ramal a la derecha y no pienso cometer tamaño error.
Sólo dudo en un lugar en que el GR va por un lado y la pista
cyclable por otro. Me inclino por la pista ciclista. Llego a zona
pantanosa con un regato que rodea y que, menos mal, no tengo que
pasar al otro lado. Llego a otra desviación de la pista cyclable,
donde vuelvo a dudar. Mi carretera pasa por debajo de otra. Avisa a
los vehículos altos que el puente sólo tiene 3,3 metros de altura.
Ya está a punto de ser la una y estoy llegando a zona más
civilizada. Aparece un conductor en su coche y me atrevo a pararle
para preguntar. Me anima a olvidar la pista recomendada para las
bicicletas y que vaya por la carretera principal. Es domingo y hay
muy poca circulación. En la cima me encuentro con un grupo de
ciclistas. Algunos han aparcado sus bicis. No me saben informar de
que por allí pueda haber algún restaurante y me recomiendan que
vaya a Carentan. Indican 3,5 Km para llegar a la más importante
población de la zona. En el lugar donde están los ciclistas, veo
que hay otro museo relacionado con el Desembarco, se trata ahora del
día J y es el complemento del mismo con la acción que realizaron
los Paracaidistas.
Hacia
Saint-Côme-du-Mont, que está a un kilómetro, lo anuncian como
Centre Historique des Parachutistes du Jour-J. No voy hacia allí, ya
que Carentan está en sentido contrario y no quiero que se me pase la
hora de comer y me digan “la cuissine est fermée”. En este lugar
las grandes letras de los dos edificios escriben en inglés: “Dead
man’s corner museum” que traduzco por “la esquina de los
hombres muertos” y en el edificio del fondo “Paratrooper”, cuyo
significado desconozco, pero que podría equivaler al Paracaidista,
museo francés anunciado. La batalla entre paracaidistas
norteamericanos y alemanes. Había que recuperar este enlace entre
los desembarcos de Utah y Omaha.
Al otro lado de la Douve, veo un edificio de color asalmonado, donde sirven comidas. Es ahí donde voy a parar a comer. Saco foto.
Entro
a las 13:45 y como necesito sólo una mesa individual, apartan una
adosada hacia el pasillo. Los días laborables ofrecen un menú de
12,50 € pero hoy no, es domingo. Elijo un menú más caro y puede
que más apetecible. Me sacan unos langostinos pelados, al ajillo,
que están buenísimos. Acompañan con un licor dulcecito, del que
una parte la reservo para el postre. Bebo cerveza. La ensalada de
aguacate está exquisita y la fotografío para evitarme contar sobre
los ingredientes.
Antes de empezar a comerla, me dedico a trocear a
mi gusto todos los ingredientes, y después la disfruto. Luego, lo
que creía filete de vacuno a la normanda, acaba siendo pechuga de
pollo, que es lo que menos me agrada del pollo, y aunque me la sacan
con patatas y salsa rica de champiñones, no deja de ser pechuga de
pollo. ¡A ver si aprendo! A pesar de ello, me lo como todo. De
postre pido tarta normanda que, con mucha nata, me resulta
empalagosa. Pago con Visa 27,50 € y es ahora cuando aprovecho para
hacer las cuentas que presenté ayer, a falta de un día para acabar
el mes, el de hoy, y debido a que se acabó la primera
libreta-diario.
Como decía llevo gastados 854 € algo que no me
parece demasiado para los 17 días que llevo caminando. A las tres y
media dejo de escribir y voy al retrete, me despido y me voy de Les
Ponts d’Ouve.
Carentan.
Camino
de la ciudad, paso por un mojón que indica que voy por el camino de
la libertad. ¡Como si yo no lo supiera! Se trata de un alto mojón
donde destaca el blanco, aunque también aparecen los colores rojo y
azul de la bandera francesa.
Enseguida paso el tercer río, ésta ya
mucho más pequeño, La Groult. Sólo el primero, La Jourdan, ofrecía
embarque. ¿Organizarán paseos por los Veys con la marea alta? ¿Lo
dragarán para que la salida al mar sea viable a cualquier hora? Son
preguntas que me hago pero que no puedo contestar pues no voy a ir
por ahí.
Antes de entrar en la ciudad veo, en un vasto campo y bien
avenidos, según parece, pastando a vacas y caballos. Sin poderlo
distinguir en la distancia, supongo que también habrá bueyes y
yeguas. Entre el ganado vacuno predominan los colores blancos; entre
el equino, todo es de color marrón.
Nada más entrar en Carentan,
veo una fachada con dos portones de acceso a patio que me gusta.
Probablemente el mayor estuviera dispuesto a dejar penetrar a las
caballerizas y a los carros que transportaban. La menor sería para
las personas. Los habitantes y sus criados podrían entrar también
por la puerta grande pero es bastante evidente que los carros no
podrían pasar por la pequeña. Es una ventaja para los humanos. En
algo nos tendríamos que diferenciar de las bestias.
Paso por otro
portón con verja cerrada que, por la bandera tricolor, intuyo pueda
ser el ayuntamiento, que hoy, como domingo que es, está cerrado. Por
eso no puedo asegurar que lo sea.
Visita
a la iglesia de Carentan
Así
llego enseguida a la iglesia que tiene hermosa fachada y la torre
culmina en un campanario puntiagudo.
Me he metido por un lugar
vallado y tengo que buscar la salida. Aquí, como estamos en jornada
dominical, la puerta de la iglesia está franca y entro. Pero antes
fotografío esta puerta de entrada, pues me agrada.
Soportan los tres
arcos otras tres columnillas adosadas, siendo el arco central más
decorado que el primero y el último. El motivo decorativo es como
troncos cruzados en forma de X con algunas ausencias por el deterioro
de la piedra. Sobre el dintel se observa una peana que, en algún
tiempo, pudo soportar alguna estatua, quizás del santo a quien está
dedicada la parroquia.
Ahora la estatua está desaparecida de su
sitio y, o se perdió, o se encuentra en algún museo diocesano. No
me voy a poner a indagar. Entro y saco foto de la nave central, desde
donde se pueden apreciar las dos naves laterales y alguna capilla,
como la dedicada a la virgen en su gruta de Lourdes. El altar mayor
ofrece un lienzo pintado al óleo, que está muy oscuro y no le
vendría mal una restauración. Por lo demás, es sencillo. El
púlpito tiene una talla de calidad, pero muy pesada en lo alto de su
vocero.
Doy un paseo por la girola, donde se ofrecen más cuadros al
óleo. También se aprecian luminosas vidrieras. Esta parte da una
imagen de la magnitud e importancia de esta iglesia. Sin embargo no
veo nada destacable, nada que me produzca especial emoción.
Llego a
un lugar donde, sobre una tosca piedra de altar, hay una talla en
madera que puede representar un catafalco o mausoleo en miniatura.
Podría ser un sagrario, pero no veo puertas de acceso para depositar
el copón bendito y, para ser un relicario, me parece demasiado
grande. Con la visión de este elemento, doy por finalizada la visita
a esta iglesia de Carentan y también a la ciudad. Cuando salgo, un
joven al que pregunto no tiene mucha idea, pero sí me marca la
dirección a seguir para continuar hacia la costa de Calvados. Una
mujer va por delante, y la alcanzo. Se sorprende con mi viaje y me da
la opción de ir a Brévands. No me convence pues me supondría
avanzar hacia el norte para luego tener que volver hacia Catz y Les
Veys, por donde pasaré a 900 metros. Por fin llego a una rotonda que
me ofrece la opción Caen en azul, y que no me interesa por estar muy
hacia el interior, y la de Isigny-sur-Mer, en blanco y negro. Pienso
que entrando en la auto-ruta me sacará pronto hacia Isigny, pero mi
apreciación es errónea y veo que todavía faltan 7 Km. para llegar
allí. Hago de tripas corazón y continúo por esa carretera a tope
de vehículos y, para colmo, los coches me vienen por la espalda. No
veo carretera paralela alguna como para poder escapar.
Menos mal que
anuncian un Manoir y un área de servicios y me parece la única
forma de escapar del infierno. Salgo de la carretera infernal después
de haber caminado por ella tres o cuatro kilómetros.
Le
Manoir de Saint-Pellerin.
Sin
acercarme a la gasolinera, voy en dirección al Manoir anunciado. Se
trata de una casa solariega que tiene trazas de palacio. Cuando
llego, me he acercado mucho, y la foto la saco con el manoir
incompleto. Ofrece un gran portón abierto y lo visito. Hay una zona
ajardinada previa con más arbustos que flores. Pero el lugar es
extraordinario.
Al no saber cómo continuar, retrocedo hacia la
gasolinera para preguntar. En la tienda, una mujer me dice que
siguiendo por el lado izquierdo de la casa solariega, dejando a la
derecha la puerta de entrada, llegaré a una carreterita, que es la
número 613 y es la que me acercará a Isigny-sur-Mer. Agradezco la
información y retorno al lugar donde ya he estado. Esta vez saco la
foto antes de que no me entre al completo pero, aún así, algo me
voy a comer del edificio de la derecha. Adorna la foto un arriate no
cuidado de flores amarillas de nabo. Como me ha dicho la mujer de la
tienda, camino por el lado izquierdo, junto a la torreta y, siguiendo
al borde de la tapia de separación, llego a la carretera pequeña
que me había indicado. Tengo 4 Km. para llegar a Isigny. Ahora voy
más tranquilo con esta información.
Portes
à Flots du Pont du Vey.
Pero
antes de Llegar a Isigny, paso por un puente que corresponde al río
la Vire, que recibe el nombre de portes, que quizás sean compuertas,
flotantes del Puente du Vey. Desde el puente saco foto del río que
va buscando la mar hacia el Norte. Un poco más al Norte se va a
encontrar con el río l’Aure, y caminarán juntos hacia la
desembocadura. Este puente separa Le Manche de Calvados, así que,
después de sacar la foto y de haberlo pasado, ya me encuentro en la
segunda provincia normanda costera de Calvados.
C A L V A D O S
Isigny-sur-Mer.
En
poco más de media hora ya estoy en la primera ciudad de Calvados.
Aunque hoy he comido bien, mi preocupación es encontrar algo para
cenar y no tener que andar con este tema sin resolver a última hora.
Me gustaría llegar a dormir a la costa, al menos hasta
Grandcamp-Maisy. En Isigny llego a un Tabac, Le Versailles, donde no
ofrecen nada para comer, dejo la mochila para luego pedir bebida y me
acerco a un kebab donde compro su especialidad. El chico que los hace
está al otro lado de la calle y ni se inmuta. Por fin viene, me
ofrece, elijo y me lo prepara. El kebab del Donner me cuesta 5 € y
me parece caro para lo que es. Me desea suerte en mi continuación de
viaje.
Saco foto de la iglesia que me parece un edificio interesante
y cuya torre me parece impropia, como que pedía un pináculo más
puntiagudo. Vuelvo al Tabac y pido un pichet de rouge. Como, bebo y
escribo y son las 19:30 cuando me despido del lugar y me pongo en
marcha hacia la costa. El de la barra del Versalles y la camarera me
dicen que las Puertas a Flote, son como las esclusas. La señora
camarera también se interesa por mi viaje. La joven que limpia, pues
no tardarán en cerrar, me llena la botella con agua. En la barra hay
un cliente que parece árabe subsahariano y aprovechando el nombre
del siguiente pueblo que se anuncia en mi mapa, Osmanville, le
pregunto si la ciudad de Osman tiene algo que ver con el templo que
visité en Bursa, dedicado a Omar y Osman. ¿Existirá también la
ciudad de Omarville? El señor árabe parece que no sabe de qué
mandangas le estoy hablando o, al menos, no me da respuesta alguna,
pero el barman me dice que a Osmanville hay 2 kilómetros.
Osmanville.
La L’Aure.
Aunque
me surge alguna duda en un cruce, llego en Osmanville al río
esperado y, desde el puente florido, saco foto del canal que hace de
puerto. En el margen de la derecha los barcos parecen de pescadores,
mientras que en el de la izquierda son pequeños yates a los que se
accede por pantalanes. Llego a otro cruce donde la opción que me da
y que me interesa es la de Grandcamp-Maisy, donde aspiro a llegar no
demasiado tarde.
Poco después voy a pasar junto a una iglesia, pero
probablemente ésta pertenezca a Cardonville. Una verja cerrada es la
que da paso a la iglesia y al cementerio adyacente. Como la torre es
baja y con tejado a dos aguas, el gallo de veleta se encuentra en el
medio del tejadillo. Todavía pasará otra hora hasta que me acerque
a la costa.
Grandcamp-Maisy.
Ya
estoy relativamente cerca de la costa y fotografío un vasto campo
amarillo que lo mismo puede ser de colza, por sus flores amarillas,
aunque pienso que para estas fechas la colza ya debería estar
granada. Luego me inclino más por que sean flores de los nabos, cuya
cosecha será más tardía. En este pueblo se anuncia la Batterie de
Maisy, pero ni me voy a molestar en buscarla. También el Museo de
los Rangers. Pero aunque no vaya a ver el museo, una de las cosas que
se explican allí será la batalla para tomar al asalto la Pointe du
Hoc, por donde pasaré mañana. La foto de las flores amarillas
habría salido más lucida con sol, pero vienen nubarrones del Oeste
que me producen intranquilidad, ya que tengo intención de dormir en
la playa.
Llego a una gîte que está cerrada. Canto y aparece un
hombre que me pide 41 € por dormir. Le digo que no. Busco lugares
posibles para dormir, un lugar de carga y descarga a cubierto, una
entrada a finca que me parece pública, pero que tiene buzón a la
entrada. Una casita con tejado voladizo que parece abandonada pero,
¿y si está habitada? Pronto llego a la iglesia. La que se me ofrece
tiene un campanario moderno y muy alto. Con todo, no me desagrada.
Cerca ya del puerto, veo un camping.
Gestión
infructuosa en el camping.
La
señora recepcionista ya está cansada y con ganas de cerrar el
chiringuito. Se desahoga dejando correr sus estupideces. Me pìde 40
€ por dormir y le digo que me parece caro y que no quiero. Me dice
que, si no tengo dinero, que no salga de vacaciones. Le digo que
vengo andando desde Saint-Brieuc y que voy a Alemania. Decide
ofrecerme algo por 10 €. Me coge el DNI y yo mientras relleno la
ficha. La señora me da la llave para la ducha y un señor mayor me
explica. Ella me dice que el DNI me lo devolverá mañana a las 8:30.
Le digo que es demasiado tarde ya que quiero salir caminando entre
las seis y las siete, pues quiero llegar a Bayeux para dormir en el
AJ. Me dice que vaya en autobús. Le digo que mi viaje es a pie, pero
ella insiste en el bus.
Como me va a retener el carnet hasta tan
tarde y no aporta ninguna solución para resolver el dilema, pido que
me devuelva el DNI, retengo los 50 € que le iba a dar para cambiar
y pagar los diez pedidos, y me voy. Allí se queda la ficha. Salgo al
puerto y saco la última foto de la jornada. Aquí también los
barcos pesqueros están a un lado y los deportivos junto a los
pantalanes.
Última
hora buscando para dormir.
La Biblioteca.
Pulso
la posibilidad de dormir bajo el mostrador de una pescadería
municipal, pero está demasiado próximo a la carretera. Pasa un
coche con jóvenes impertinentes. Se nota que el domingo se acaba y
mañana es día de escuela, o de trabajo. Por fin encuentro sitio a
cubierto bajo el dintel de la biblioteca. El dintel cubre mi cuerpo y
poco más… Esperemos que no llueva. Cuando dan las campanas de las
diez, me estoy dando masaje de aloe-vera en los pies. Estoy a punto
de meterme en el saco, por el callejón de los milagros empiezan a
aparecer jóvenes. Dos chicos se sientan en un banco y me tienen bien
a la vista. Hablan alto. Llega otro en bici, habla con ellos y se va.
La pareja también se va. Pasa otro grupo. Alguno me ve. Llega otro
grupo de cuatro y uno se acerca. Le saludo y se va. Si quitara la
mochila de mi espalda estaría en mejor postura, pero no me arriesgo
a dejarla fuera, me duerma, me la roben o se me moje si llueve. Dejo
la mochila en la cabecera y si estiro los pies, debo hacerlo hacia el
exterior. No lloverá en toda la noche. Una ventana se ilumina sobre
mi cabeza y alguien se asoma. Veo su sombra reflejada en el asfalto,
hasta que desaparece y apaga la luz. A lo lejos, se ha encendido un
foco que ilumina pero no molesta. Se encienden dos focos de la plaza
que está al otro lado, donde he visto que aparcan coches. Tengo
suerte de que el que está más cerca no se enciende. Pero la
biblioteca, su planta baja, está acristalada pero sin persianas y la
luz que entra del parking del otro lado, llega hasta la puerta junto
a la que yo me cobijo. Empiezo a temer que alguien quiera salir por
la puerta donde yo estoy, pero compruebo que el local está
totalmente vacío. Se ve que la biblioteca ocupa sólo una mínima
parte de la planta. Me duermo de puro cansancio. Me levanto dos veces
a orinar y lo hago en el desagüe de la esquina. Empieza a clarear a
las 5:30 pero no me levanto hasta las seis, hora en que vuelvo a
orinar.
Balance
del día con la primera noche en Calvados.
Mucha
pena de marcharme tras la generosa tarde-noche-desayuno de los amigos
de Brucheville, más pena después de ver los centollos de Romain. El
día ha sido sin costa marina, pero al menos ya he superado la Baie
des Veys. La comida algo cara, pero he comido a gusto. La visita a
Carentan y le Manoir de Saint-Pellerin ha sido lo más interesante
del día desde el punto de vista arquitectónico. Las ayudas han sido
puntuales, útiles, y sin nada como para destacar alguna.