viernes, 10 de junio de 2016

Etapa 17 (374) Brucheville-Grandcamp Maisy


Etapa 17 (374). 30 de junio de 2013, domingo. San Mrtzial.
Brucheville-Carentan-Manoir de Cantepie-Portes à Flots du Pont du Vey-CALVADOS-Isigny sur Mer-Osmanville-Grandcamp Maisy.

Hoy será mi etapa 83 por Francia atlántica.

Despertar en casa de amigos. 
Antigua escuela de Brucheville.
He oído a Romain marcharse a pescar. A Lucie la veré luego, en el desayuno. Romain y su otro hermano son gemelos. Me levanto a las 7:15 me afeito, deshago la cama y pliego el somier. Escribo hasta que bajo a la cocina a las 8:45 Beso a Beatriz y a Francisco. Ya han pasado unas horas desde que demostraron ser mis amigos. Se conocieron hace siete años y, desde entonces, viven juntos. Llevan un año viviendo en este edificio, que fue en tiempos la escuela de Brucheville. Ayer me ofrecieron la posibilidad de hablar por teléfono con mis hijas, dicen que las llamadas son gratis y que pagan 35 € al mes con Internet incluido. Me parece un precio más razonable que las tarifas draconianas que hay en España. Con todo, me parece que es un servicio caro, que como necesidad, ya debiera estar incorporado en los cálculos del IPC. No llamo a mis hijas porque es muy tarde y además ya les he mandado e-mail. Como no he releído el blog, no quiero escribir a mi amiga XX. 
 
Como dato divertido, el perro de la casa se llama Utah. Este año voy con menos problemas en los pies. No se me ha puesto morada ninguna uña. Sólo la ampolla que me salió sobre el dedo pequeño del pie derecho y que se me curó sola, no ha habido más contratiempos. Tampoco rozaduras. Me salió como una abolladura en el exterior del talón del pie derecho, pero se ha encallecido él solo. Cuando veo peligro de rozadura, bajo las tiras sobre el talón de las sandalias nuevas. Debo proteger mi tendón de Aquiles. Después de aquel día en que caminé mucho para llegar a Cherbourg, el que peor caminé fue en la etapa corta de la tarde siguiente, después del cine. Ambas tardes fueron algo penosas. Me parece que mi cuerpo ya está adelgazando, aunque menos que el pasado año, pero hasta el final no lo sabré, y podré comparar. Como ayer se me acabó el diario, hago las cuentas y llevo gastados 854,18 € de los cuales los pagos con tarjeta Visa han sido 774,84 €. Tras este preámbulo atemporal, sacan de un horno el café y la leche calientes y de otro unas napolitanas de chocolate que ahora salen como recién hechas. Todos llevamos algo a la mesa del comedor, donde cenamos ayer noche. Desayunamos. Yo bebo un vaso de zumo de naranja y café con leche, y como dos napolitanas, más un trozo de pan que embadurno de mermelada de fresa. Hablamos de la "peli" que vi en Cherburgo, de la que Francisco ya conoce el argumento y cómo la idea surgió de la experiencia del actor marroquí, que interviene en la cinta y es el que le roba la documentación al francés. Utiliza su parentesco para hacerle la faena y obligarlo a entrar en su país de nacimiento, Francia, como si fuera un ilegal más. Pasamos a hablar de Welcome, que también conoce y de Le Havre, de Kaurismaki, de la que ni ha oído hablar. Para mí, Le Havre es un canto del director nórdico a Francia. Tampoco conoce Las nieves del Kilimanjaro, en la que Ariadne Ascaride, esposa del director, interpreta un papel sublime, junto a Darroussin, que no le va a la zaga, y que también era el inspector benévolo de Le Havre. También les cuento la historia de Annick y les invito a visitar Irun, con la indicación de que finales de agosto o primeros de setiembre son buenas fechas para mí. Antes y después la cosa se complica, pero se puede negociar. Les doy mis señas y ellos las suyas y prometo escribir. Usaremos correo e Internet y el teléfono sólo en caso de necesidad.

Baja Lucie a desayunar, toma algo de zumo y no prueba ni la leche ni el café. Le pedimos que nos haga una foto con su máquina y yo saco otra a los tres. Utah se asoma y mientras Francisco y Lucía miran al perro, la única que presta atención a la cámara es Beatriz. Esta foto de despedida es la que queda para mi blog. Cargo con mis mochilas y, cuando me estoy despidiendo de ellos, llega Romain con la pesca, la trae en un cubo que lleva en el hueco del asiento del copiloto.






Se contrista al ver que me voy y yo también me entristezco al ver los magníficos centollos que podría haber saboreado si hubiera aceptado la invitación a comer. No sólo me voy por no abusar de tanta generosidad, sino porque deseo continuar mi camino y llegar antes de la noche a la costa de Calvados, salvando la Baie des Veys. Quedarme me supondría no salir hasta las cinco de la tarde. Con lo lento que soy saboreando el marisco… Romain ha madrugado y está en perfecto estado de salud. Además de los tres centollos, trae en el fondo del cubo mejillones y algún pescado brillante por encima, probablemente lubinas pequeñas. Le ha cundido el madrugón. Le veo que se queda triste porque no me quedo a apreciar su pesca. Saco foto al pescador con la pesca en su coche y me despido de nuevo de todos.

Voy en dirección Le Grand Vey. Ya sé que debo retroceder al cruce de ayer y seguir la carretera que señalaba esta dirección.

Le Grand Vey.
Desde la carretera saco foto de un prado que me ofrece la iglesia y las pocas casas de Brucheville. La carretera que cojo tiene un nombre Curry Road. Curry debía ser el nombre de algún militar de las fuerzas aliadas que debió morir en la batalla que se conmemora de junio de 1944. ¿Será por eso que no me agrada el curry? Otra banalización más de la guerra.

El camino no tiene pérdida. Voy por pista cyclable. A 3 Km. encontraré Le Grand Vey. Llego al lugar anunciado y en un punto de la costa en curva, veo un ancla que está puesta como elemento decorativo del paisaje y también la zona de arena, y plantas de marisma que se aproximan a los lodos y que conforman la Reserva Natural de Beauguillot. El ancla simboliza el arraigo en tierra firme, en contraste con lo vulnerable, lo inestable, de la marisma, del humedal.
Saco otra foto de lo mismo pero con mayor perspectiva y, al fondo, se aprecia la Pointe de Brévands. Dos mujeres hablan en la puerta de su casa, una dentro y la otra fuera de su recinto. Les comento mi viaje y de dónde vengo y la que está fuera ya sabe que he dormido en las antiguas escuelas. ¿Tan bien lo habré explicado? Me desean suerte. Abandono el lugar, y por la carretera se ven estelas funerarias con nombres de muertos, como la de Curry ya mencionada, pues da nombre a todo este tramo de carretera.


Hacia Carentan.
Ahora todo se simplifica, ya que sólo hay una carretera y no tengo opción a irme hacia la izquierda. Si me quisiera confundir, tendría que coger algún ramal a la derecha y no pienso cometer tamaño error. Sólo dudo en un lugar en que el GR va por un lado y la pista cyclable por otro. Me inclino por la pista ciclista. Llego a zona pantanosa con un regato que rodea y que, menos mal, no tengo que pasar al otro lado. Llego a otra desviación de la pista cyclable, donde vuelvo a dudar. Mi carretera pasa por debajo de otra. Avisa a los vehículos altos que el puente sólo tiene 3,3 metros de altura. Ya está a punto de ser la una y estoy llegando a zona más civilizada. Aparece un conductor en su coche y me atrevo a pararle para preguntar. Me anima a olvidar la pista recomendada para las bicicletas y que vaya por la carretera principal. Es domingo y hay muy poca circulación. En la cima me encuentro con un grupo de ciclistas. Algunos han aparcado sus bicis. No me saben informar de que por allí pueda haber algún restaurante y me recomiendan que vaya a Carentan. Indican 3,5 Km para llegar a la más importante población de la zona. En el lugar donde están los ciclistas, veo que hay otro museo relacionado con el Desembarco, se trata ahora del día J y es el complemento del mismo con la acción que realizaron los Paracaidistas.
Hacia Saint-Côme-du-Mont, que está a un kilómetro, lo anuncian como Centre Historique des Parachutistes du Jour-J. No voy hacia allí, ya que Carentan está en sentido contrario y no quiero que se me pase la hora de comer y me digan “la cuissine est fermée”. En este lugar las grandes letras de los dos edificios escriben en inglés: “Dead man’s corner museum” que traduzco por “la esquina de los hombres muertos” y en el edificio del fondo “Paratrooper”, cuyo significado desconozco, pero que podría equivaler al Paracaidista, museo francés anunciado. La batalla entre paracaidistas norteamericanos y alemanes. Había que recuperar este enlace entre los desembarcos de Utah y Omaha.

Abordo la carretera a Carentan con los previstos tres kilómetros y medio. Paso sobre el río Jourdan. Hoy no toca bautismo de nadie. Este río acaba en la bahía des Veys. En un par de minutos estoy en otro, que es canal y además navegable. Se trata de la Douve. Por el otro lado he visto un lugar donde embarcan y se organizan excursiones.

 

Al otro lado de la Douve, veo un edificio de color asalmonado, donde sirven comidas. Es ahí donde voy a parar a comer. Saco foto.



Les Ponts d’Ouve.
Entro a las 13:45 y como necesito sólo una mesa individual, apartan una adosada hacia el pasillo. Los días laborables ofrecen un menú de 12,50 € pero hoy no, es domingo. Elijo un menú más caro y puede que más apetecible. Me sacan unos langostinos pelados, al ajillo, que están buenísimos. Acompañan con un licor dulcecito, del que una parte la reservo para el postre. Bebo cerveza. La ensalada de aguacate está exquisita y la fotografío para evitarme contar sobre los ingredientes. 
 
Antes de empezar a comerla, me dedico a trocear a mi gusto todos los ingredientes, y después la disfruto. Luego, lo que creía filete de vacuno a la normanda, acaba siendo pechuga de pollo, que es lo que menos me agrada del pollo, y aunque me la sacan con patatas y salsa rica de champiñones, no deja de ser pechuga de pollo. ¡A ver si aprendo! A pesar de ello, me lo como todo. De postre pido tarta normanda que, con mucha nata, me resulta empalagosa. Pago con Visa 27,50 € y es ahora cuando aprovecho para hacer las cuentas que presenté ayer, a falta de un día para acabar el mes, el de hoy, y debido a que se acabó la primera libreta-diario. 
Como decía llevo gastados 854 € algo que no me parece demasiado para los 17 días que llevo caminando. A las tres y media dejo de escribir y voy al retrete, me despido y me voy de Les Ponts d’Ouve.

Carentan.
Camino de la ciudad, paso por un mojón que indica que voy por el camino de la libertad. ¡Como si yo no lo supiera! Se trata de un alto mojón donde destaca el blanco, aunque también aparecen los colores rojo y azul de la bandera francesa. 

 








Enseguida paso el tercer río, ésta ya mucho más pequeño, La Groult. Sólo el primero, La Jourdan, ofrecía embarque. ¿Organizarán paseos por los Veys con la marea alta? ¿Lo dragarán para que la salida al mar sea viable a cualquier hora? Son preguntas que me hago pero que no puedo contestar pues no voy a ir por ahí. 
  


Antes de entrar en la ciudad veo, en un vasto campo y bien avenidos, según parece, pastando a vacas y caballos. Sin poderlo distinguir en la distancia, supongo que también habrá bueyes y yeguas. Entre el ganado vacuno predominan los colores blancos; entre el equino, todo es de color marrón. 

Nada más entrar en Carentan, veo una fachada con dos portones de acceso a patio que me gusta. Probablemente el mayor estuviera dispuesto a dejar penetrar a las caballerizas y a los carros que transportaban. La menor sería para las personas. Los habitantes y sus criados podrían entrar también por la puerta grande pero es bastante evidente que los carros no podrían pasar por la pequeña. Es una ventaja para los humanos. En algo nos tendríamos que diferenciar de las bestias. 
 
Paso por otro portón con verja cerrada que, por la bandera tricolor, intuyo pueda ser el ayuntamiento, que hoy, como domingo que es, está cerrado. Por eso no puedo asegurar que lo sea.

Visita a la iglesia de Carentan
Así llego enseguida a la iglesia que tiene hermosa fachada y la torre culmina en un campanario puntiagudo. 
 
Me he metido por un lugar vallado y tengo que buscar la salida. Aquí, como estamos en jornada dominical, la puerta de la iglesia está franca y entro. Pero antes fotografío esta puerta de entrada, pues me agrada. 

 








Soportan los tres arcos otras tres columnillas adosadas, siendo el arco central más decorado que el primero y el último. El motivo decorativo es como troncos cruzados en forma de X con algunas ausencias por el deterioro de la piedra. Sobre el dintel se observa una peana que, en algún tiempo, pudo soportar alguna estatua, quizás del santo a quien está dedicada la parroquia. 

 



Ahora la estatua está desaparecida de su sitio y, o se perdió, o se encuentra en algún museo diocesano. No me voy a poner a indagar. Entro y saco foto de la nave central, desde donde se pueden apreciar las dos naves laterales y alguna capilla, como la dedicada a la virgen en su gruta de Lourdes. El altar mayor ofrece un lienzo pintado al óleo, que está muy oscuro y no le vendría mal una restauración. Por lo demás, es sencillo. El púlpito tiene una talla de calidad, pero muy pesada en lo alto de su vocero. 
 
Doy un paseo por la girola, donde se ofrecen más cuadros al óleo. También se aprecian luminosas vidrieras. Esta parte da una imagen de la magnitud e importancia de esta iglesia. Sin embargo no veo nada destacable, nada que me produzca especial emoción. 

 







Llego a un lugar donde, sobre una tosca piedra de altar, hay una talla en madera que puede representar un catafalco o mausoleo en miniatura. Podría ser un sagrario, pero no veo puertas de acceso para depositar el copón bendito y, para ser un relicario, me parece demasiado grande. Con la visión de este elemento, doy por finalizada la visita a esta iglesia de Carentan y también a la ciudad. Cuando salgo, un joven al que pregunto no tiene mucha idea, pero sí me marca la dirección a seguir para continuar hacia la costa de Calvados. Una mujer va por delante, y la alcanzo. Se sorprende con mi viaje y me da la opción de ir a Brévands. No me convence pues me supondría avanzar hacia el norte para luego tener que volver hacia Catz y Les Veys, por donde pasaré a 900 metros. Por fin llego a una rotonda que me ofrece la opción Caen en azul, y que no me interesa por estar muy hacia el interior, y la de Isigny-sur-Mer, en blanco y negro. Pienso que entrando en la auto-ruta me sacará pronto hacia Isigny, pero mi apreciación es errónea y veo que todavía faltan 7 Km. para llegar allí. Hago de tripas corazón y continúo por esa carretera a tope de vehículos y, para colmo, los coches me vienen por la espalda. No veo carretera paralela alguna como para poder escapar. 
 
Menos mal que anuncian un Manoir y un área de servicios y me parece la única forma de escapar del infierno. Salgo de la carretera infernal después de haber caminado por ella tres o cuatro kilómetros.

Le Manoir de Saint-Pellerin.
Sin acercarme a la gasolinera, voy en dirección al Manoir anunciado. Se trata de una casa solariega que tiene trazas de palacio. Cuando llego, me he acercado mucho, y la foto la saco con el manoir incompleto. Ofrece un gran portón abierto y lo visito. Hay una zona ajardinada previa con más arbustos que flores. Pero el lugar es extraordinario. 

Al no saber cómo continuar, retrocedo hacia la gasolinera para preguntar. En la tienda, una mujer me dice que siguiendo por el lado izquierdo de la casa solariega, dejando a la derecha la puerta de entrada, llegaré a una carreterita, que es la número 613 y es la que me acercará a Isigny-sur-Mer. Agradezco la información y retorno al lugar donde ya he estado. Esta vez saco la foto antes de que no me entre al completo pero, aún así, algo me voy a comer del edificio de la derecha. Adorna la foto un arriate no cuidado de flores amarillas de nabo. Como me ha dicho la mujer de la tienda, camino por el lado izquierdo, junto a la torreta y, siguiendo al borde de la tapia de separación, llego a la carretera pequeña que me había indicado. Tengo 4 Km. para llegar a Isigny. Ahora voy más tranquilo con esta información.

Portes à Flots du Pont du Vey.
Pero antes de Llegar a Isigny, paso por un puente que corresponde al río la Vire, que recibe el nombre de portes, que quizás sean compuertas, flotantes del Puente du Vey. Desde el puente saco foto del río que va buscando la mar hacia el Norte. Un poco más al Norte se va a encontrar con el río l’Aure, y caminarán juntos hacia la desembocadura. Este puente separa Le Manche de Calvados, así que, después de sacar la foto y de haberlo pasado, ya me encuentro en la segunda provincia normanda costera de Calvados.






C A L V A D O S


Isigny-sur-Mer.
En poco más de media hora ya estoy en la primera ciudad de Calvados. Aunque hoy he comido bien, mi preocupación es encontrar algo para cenar y no tener que andar con este tema sin resolver a última hora. Me gustaría llegar a dormir a la costa, al menos hasta Grandcamp-Maisy. En Isigny llego a un Tabac, Le Versailles, donde no ofrecen nada para comer, dejo la mochila para luego pedir bebida y me acerco a un kebab donde compro su especialidad. El chico que los hace está al otro lado de la calle y ni se inmuta. Por fin viene, me ofrece, elijo y me lo prepara. El kebab del Donner me cuesta 5 € y me parece caro para lo que es. Me desea suerte en mi continuación de viaje. 
 
Saco foto de la iglesia que me parece un edificio interesante y cuya torre me parece impropia, como que pedía un pináculo más puntiagudo. Vuelvo al Tabac y pido un pichet de rouge. Como, bebo y escribo y son las 19:30 cuando me despido del lugar y me pongo en marcha hacia la costa. El de la barra del Versalles y la camarera me dicen que las Puertas a Flote, son como las esclusas. La señora camarera también se interesa por mi viaje. La joven que limpia, pues no tardarán en cerrar, me llena la botella con agua. En la barra hay un cliente que parece árabe subsahariano y aprovechando el nombre del siguiente pueblo que se anuncia en mi mapa, Osmanville, le pregunto si la ciudad de Osman tiene algo que ver con el templo que visité en Bursa, dedicado a Omar y Osman. ¿Existirá también la ciudad de Omarville? El señor árabe parece que no sabe de qué mandangas le estoy hablando o, al menos, no me da respuesta alguna, pero el barman me dice que a Osmanville hay 2 kilómetros.

Osmanville. La L’Aure.
Aunque me surge alguna duda en un cruce, llego en Osmanville al río esperado y, desde el puente florido, saco foto del canal que hace de puerto. En el margen de la derecha los barcos parecen de pescadores, mientras que en el de la izquierda son pequeños yates a los que se accede por pantalanes. Llego a otro cruce donde la opción que me da y que me interesa es la de Grandcamp-Maisy, donde aspiro a llegar no demasiado tarde. 

 



Poco después voy a pasar junto a una iglesia, pero probablemente ésta pertenezca a Cardonville. Una verja cerrada es la que da paso a la iglesia y al cementerio adyacente. Como la torre es baja y con tejado a dos aguas, el gallo de veleta se encuentra en el medio del tejadillo. Todavía pasará otra hora hasta que me acerque a la costa.

Grandcamp-Maisy.
Ya estoy relativamente cerca de la costa y fotografío un vasto campo amarillo que lo mismo puede ser de colza, por sus flores amarillas, aunque pienso que para estas fechas la colza ya debería estar granada. Luego me inclino más por que sean flores de los nabos, cuya cosecha será más tardía. En este pueblo se anuncia la Batterie de Maisy, pero ni me voy a molestar en buscarla. También el Museo de los Rangers. Pero aunque no vaya a ver el museo, una de las cosas que se explican allí será la batalla para tomar al asalto la Pointe du Hoc, por donde pasaré mañana. La foto de las flores amarillas habría salido más lucida con sol, pero vienen nubarrones del Oeste que me producen intranquilidad, ya que tengo intención de dormir en la playa. 

Llego a una gîte que está cerrada. Canto y aparece un hombre que me pide 41 € por dormir. Le digo que no. Busco lugares posibles para dormir, un lugar de carga y descarga a cubierto, una entrada a finca que me parece pública, pero que tiene buzón a la entrada. Una casita con tejado voladizo que parece abandonada pero, ¿y si está habitada? Pronto llego a la iglesia. La que se me ofrece tiene un campanario moderno y muy alto. Con todo, no me desagrada. Cerca ya del puerto, veo un camping.


Gestión infructuosa en el camping.
La señora recepcionista ya está cansada y con ganas de cerrar el chiringuito. Se desahoga dejando correr sus estupideces. Me pìde 40 € por dormir y le digo que me parece caro y que no quiero. Me dice que, si no tengo dinero, que no salga de vacaciones. Le digo que vengo andando desde Saint-Brieuc y que voy a Alemania. Decide ofrecerme algo por 10 €. Me coge el DNI y yo mientras relleno la ficha. La señora me da la llave para la ducha y un señor mayor me explica. Ella me dice que el DNI me lo devolverá mañana a las 8:30. Le digo que es demasiado tarde ya que quiero salir caminando entre las seis y las siete, pues quiero llegar a Bayeux para dormir en el AJ. Me dice que vaya en autobús. Le digo que mi viaje es a pie, pero ella insiste en el bus. 
 
Como me va a retener el carnet hasta tan tarde y no aporta ninguna solución para resolver el dilema, pido que me devuelva el DNI, retengo los 50 € que le iba a dar para cambiar y pagar los diez pedidos, y me voy. Allí se queda la ficha. Salgo al puerto y saco la última foto de la jornada. Aquí también los barcos pesqueros están a un lado y los deportivos junto a los pantalanes.

Última hora buscando para dormir. 
La Biblioteca.
Pulso la posibilidad de dormir bajo el mostrador de una pescadería municipal, pero está demasiado próximo a la carretera. Pasa un coche con jóvenes impertinentes. Se nota que el domingo se acaba y mañana es día de escuela, o de trabajo. Por fin encuentro sitio a cubierto bajo el dintel de la biblioteca. El dintel cubre mi cuerpo y poco más… Esperemos que no llueva. Cuando dan las campanas de las diez, me estoy dando masaje de aloe-vera en los pies. Estoy a punto de meterme en el saco, por el callejón de los milagros empiezan a aparecer jóvenes. Dos chicos se sientan en un banco y me tienen bien a la vista. Hablan alto. Llega otro en bici, habla con ellos y se va. La pareja también se va. Pasa otro grupo. Alguno me ve. Llega otro grupo de cuatro y uno se acerca. Le saludo y se va. Si quitara la mochila de mi espalda estaría en mejor postura, pero no me arriesgo a dejarla fuera, me duerma, me la roben o se me moje si llueve. Dejo la mochila en la cabecera y si estiro los pies, debo hacerlo hacia el exterior. No lloverá en toda la noche. Una ventana se ilumina sobre mi cabeza y alguien se asoma. Veo su sombra reflejada en el asfalto, hasta que desaparece y apaga la luz. A lo lejos, se ha encendido un foco que ilumina pero no molesta. Se encienden dos focos de la plaza que está al otro lado, donde he visto que aparcan coches. Tengo suerte de que el que está más cerca no se enciende. Pero la biblioteca, su planta baja, está acristalada pero sin persianas y la luz que entra del parking del otro lado, llega hasta la puerta junto a la que yo me cobijo. Empiezo a temer que alguien quiera salir por la puerta donde yo estoy, pero compruebo que el local está totalmente vacío. Se ve que la biblioteca ocupa sólo una mínima parte de la planta. Me duermo de puro cansancio. Me levanto dos veces a orinar y lo hago en el desagüe de la esquina. Empieza a clarear a las 5:30 pero no me levanto hasta las seis, hora en que vuelvo a orinar.

Balance del día con la primera noche en Calvados.
Mucha pena de marcharme tras la generosa tarde-noche-desayuno de los amigos de Brucheville, más pena después de ver los centollos de Romain. El día ha sido sin costa marina, pero al menos ya he superado la Baie des Veys. La comida algo cara, pero he comido a gusto. La visita a Carentan y le Manoir de Saint-Pellerin ha sido lo más interesante del día desde el punto de vista arquitectónico. Las ayudas han sido puntuales, útiles, y sin nada como para destacar alguna.

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