viernes, 22 de abril de 2016

Prolegómenos


307.3 Prolegómenos.


Ya conseguí la tarjeta sanitaria válida para la Comunidad europea, y también la tarjeta de alberguista Hostelling. La primera, por suerte, no tendré ninguna necesidad de utilizarla. No ocurrió lo mismo el pasado año en que por una infección en el pie tuve que acudir al Hospital de Douarnenez. Una experiencia divertida, que ya os conté. Sin embargo la otra la usaré en los distintos albergues de Francia, Auberge de Jeneusse, en dos de Bélgica, en Brujas y Ostende, y en otros de Holanda, donde los llaman Stayokay.




El día 8 de junio felicito a mi hermana y el 9 celebramos la comida en Altsasu. Día de lluvia, como lluvioso ha estado casi todo el mes de mayo. También lo que llevamos de junio. Un día de mayo me pude bañar en la playa de Hendaia y el último miércoles, día 5, antes de ir al cine a la Bretxa (en 2016 ya se cerrarán definitivamente), me puedo dar otro baño en La Zurriola nudista donostiarra. Se estaba bien al sol, pero los dos bañitos son rápidos, puesto que el agua está aún fría.

El 10 de junio es día en que tengo mucha tarea. Echar quiniela, bonoloto y primitiva y encargar y pagar 40 € para que me sellen las de junio-julio-agosto, anular mi cuenta en Kutxabank pues me estaban cobrando ya 18 € de comisión al año, avisar a LUKT del cambio de cuenta.
 





Ir a Hendaia para aclarar lo del número de teléfono de la nueva tarjeta, pero está cerrado el lunes. Por suerte, en Orange me resuelven y aclaran el problema. Llamo a Josu y él se encarga de transmitirlo a mis hijas. Y a mi hermana. Cojo mochilita roja con los reflectantes. Llevo a casa de Sara y Josu la palmera y la riego. Devuelvo en la biblioteca de Alderdi-Eder el libro Sangre en el ojo y, cuando llego a casa, me doy cuenta de que he olvidado mi mochilita en algún sitio. Como rápido y cojo el Topo de las 13:37 para dar parte de la pérdida y llegar a tiempo a la ikastola y recoger a Jokin. Doy parte de la pérdida en la estación de Euskotren de Donostia.
 
Son las 14:10 y nadie la ha entregado. Recojo a Jokin. Llega también Lander. Julen tiene deporte escolar y llegará más tarde. Comento con Sara la pérdida de mi mochila. Casi tengo la certeza de que no la he llevado a Orange. En casa tampoco está. Hago memoria de lo que he perdido y necesito para el viaje hacia el Norte de Europa. Cámara fotográfica y los cables de recarga, también del móvil. Material de dibujo, rotuladores y pinceles. También las pastillas contra la hipertensión. Voy a la Policía Municipal y allí nadie la ha entregado. Subo a casa y Josu me da la cámara de segunda mano que iban a regalar a Julen. Es de pilas recargables y me enseña el manejo. También un cable para cargar el móvil que, milagrosamente, vale para el mío. Voy a Tamayo y compro un pincel con recarga negra y otro pincel para agua, dos rotuladores de 0,05. A pesar del descuento y lo que tenía acumulado, casi pago veinte euros. Vuelvo a la plaza Easo y decido irme en el de las 18:00 horas. La mochila sigue sin aparecer. Doy el teléfono de Sara. Cuando voy entre los túneles de Herrera y Pasaia recibo dos llamadas perdidas de Josu. Le llamo y me dice que la mochila ha aparecido en Lasarte. En mi prepago del móvil quedan 0,55 € de saldo que quedarán hasta que recargue al regreso. Bajo en Galtzaraborda y cojo el primer Topo de regreso. En Información, espero a que atiendan a dos clientes y pido al chico que me traigan la mochila de Lasarte a Donostia. Le dicen que llegará en el que llega a Donostia a las 19:10 horas. Espero y veo cómo viene la mochila en la cabecera del conductor. El chico de información la recoge de manos del conductor que tiene pelo gris rizado. Veo el contenido y no falta nada. Es cuando me doy cuenta de que también estaban las pastillas listas para el viaje. ¿Habría estado los dos meses sin tomar pastillas?
 

Subo a casa de Josu y Sara para devolver lo que me habían prestado y para decirles el resultado final. Después de toda la movida, al fin se ha resuelto todo con la aparición de la mochilita. Despedida definitiva. Regreso a Irun.

Hago una mancha de prueba en la contraportada del que será mi primer cuaderno de diario (completaré cuatro) para ver cómo discurre la mancha de agua-tinta. Son dos pinceles de los usan los chinos para escribir, uno con tinta, el otro con agua. Como veo que no chupa bien, cojo el cuaderno diario del pasado año, donde ya había hecho varios dibujos. Este año serán pocos los que haga: uno en Vaucottes, en playa con acantilado, dos en Eu, otro en Boulogne-sur-Mer y el último en una isla de Holanda.

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