Etapa 27 (384) 10 de
julio de 2013, miércoles.
Eu-Eu
Aunque no me
desplazo más que por la ciudad, la considero etapa, ya que le creo
necesaria para reflexionar, descansar y necesaria para la logística
de lo que me falta para completar la costa francesa, La Somme (Côte
Picarde), Calais y Nord. Sería mi etapa 93 por Francia.
Amanecer
y desayuno en AJ Les Fontaines.
y desayuno en AJ Les Fontaines.
Me levanto, dejo
correr el grifo y orino sobre la silla en el lavabo. Luego lo limpio
todo bien, me visto y voy a ducharme. No consigo que el grifo de la
derecha me proporcione agua caliente, ni siquiera templada y paso
desnudo a la otra. Esta segunda ya va bien. Duchado y vestido, he
dejado todo manga por hombro, y bajo a desayunar.
Saco fotos del Albergue Juvenil. Son dependencias del castillo. Todo, habitaciones y pasillos están construidos con ladrillo cara vista y con techos abovedados. Tienen el aire de una fortaleza medieval, pero grata.
Los niños empiezan a dar señales de vida. El recepcionista me lleva a una sala donde hay desayuno para mí solo. Todo lo tengo medido: el pan, la mantequilla, la mermelada y no repito café con leche. Llega una mujer y hablamos de los niños de abandono, de sus guapas monitoras, y me confirma la procedencia del grupo: Les Ardennes. Una vez terminado el desayuno, hago las cuentas, pues he completado la hoja, aunque aún no he terminado la libreta. Llevo gastados 1413,01 € y aún no he cumplido un mes desde que comencé en casa de Annick, en Plougrescant. Parece que va a ser un año de mucho gasto. Más de lo que recibo de pensión. Cago y escribo.
Adecento la cama, recojo las ropas desperdigadas y, hacia las diez, salgo para dar una vuelta por la ciudad y a visitar la Oficina de Turismo. Al salir me dice que puedo hacer uso de Internet a partir de las siete de la tarde y me enseña el lugar. Es un hombre muy amable.
Saco fotos del Albergue Juvenil. Son dependencias del castillo. Todo, habitaciones y pasillos están construidos con ladrillo cara vista y con techos abovedados. Tienen el aire de una fortaleza medieval, pero grata.
Los niños empiezan a dar señales de vida. El recepcionista me lleva a una sala donde hay desayuno para mí solo. Todo lo tengo medido: el pan, la mantequilla, la mermelada y no repito café con leche. Llega una mujer y hablamos de los niños de abandono, de sus guapas monitoras, y me confirma la procedencia del grupo: Les Ardennes. Una vez terminado el desayuno, hago las cuentas, pues he completado la hoja, aunque aún no he terminado la libreta. Llevo gastados 1413,01 € y aún no he cumplido un mes desde que comencé en casa de Annick, en Plougrescant. Parece que va a ser un año de mucho gasto. Más de lo que recibo de pensión. Cago y escribo.
Adecento la cama, recojo las ropas desperdigadas y, hacia las diez, salgo para dar una vuelta por la ciudad y a visitar la Oficina de Turismo. Al salir me dice que puedo hacer uso de Internet a partir de las siete de la tarde y me enseña el lugar. Es un hombre muy amable.
Un paseo por Eu.
La Fontaine.
Lo primero que veo,
lo más próximo, es la fuente que da nombre al albergue. Es una
fuente pública de la que mana agua de continuo.
Se ve que tienen de sobra y no les importa que se desperdicie. Los vecinos vienen de sus casas con grandes garrafas. Es un agua muy apreciada y demandada. Es más que probable que vengan por ella gentes de fuera de la ciudad. No parece que nadie controle el consumo.
Luego veo unos jardines, que pertenecen al castillo. Paseo por los jardines y me alejo lo suficiente como para fotografiar en su conjunto el Auberge de Jeneusse. Retrocedo para salir por el mismo sitio por el que entré ayer y voy dando el rodeo y ascendiendo hacia la catedral. Alejándome de ella, saco una foto del conjunto monumental. Doy prioridad a la logística y me acerco antes a la oficina de Turismo. Ya visitaré la catedral por dentro a la salida.
Se ve que tienen de sobra y no les importa que se desperdicie. Los vecinos vienen de sus casas con grandes garrafas. Es un agua muy apreciada y demandada. Es más que probable que vengan por ella gentes de fuera de la ciudad. No parece que nadie controle el consumo.
Luego veo unos jardines, que pertenecen al castillo. Paseo por los jardines y me alejo lo suficiente como para fotografiar en su conjunto el Auberge de Jeneusse. Retrocedo para salir por el mismo sitio por el que entré ayer y voy dando el rodeo y ascendiendo hacia la catedral. Alejándome de ella, saco una foto del conjunto monumental. Doy prioridad a la logística y me acerco antes a la oficina de Turismo. Ya visitaré la catedral por dentro a la salida.
Oficina de
Turismo.
Me atienden bien y
me dan dos mapas. El de la Somme es algo mayor que el que me dieron
en Hendaya y otro, que contiene un trocito del GR-21. En él
compruebo lo que me pasó ayer cuando me encontré con el alemán.
Después de pommeaux, se lo contaré a Jeanne. A la vez que yo, ha
entrado en Turismo otra francesa, y pregunta por el A.J. Me ofrezco a
acompañarla en cuanto me terminen de atender mis demandas. Consigo
una lista de albergues en La Somme. Me vendrá bien, pues allí no
hay ningún Albergue Juvenil. Acompaño a la señora francesa hasta
el final del muro, donde ya se ve la puerta de recepción, mientras
su marido se queda leyendo el periódico en un banco. Según parece
es muy metódico, y esta es la hora en que lo lee a diario.
Dejo a la señora camino del albergue, al hombre leyendo y vuelvo a la Oficina de Turismo para coger un plano de la ciudad y desenvolverme bien por ella, sabiendo el nombre de los lugares por los que paso. Pregunto qué es lo que más merece la pena visitar, y me dirijo hacia la iglesia catedral. Me dicen que puedo usar Internet en el AJ desde las 14:00 horas.
Dejo a la señora camino del albergue, al hombre leyendo y vuelvo a la Oficina de Turismo para coger un plano de la ciudad y desenvolverme bien por ella, sabiendo el nombre de los lugares por los que paso. Pregunto qué es lo que más merece la pena visitar, y me dirijo hacia la iglesia catedral. Me dicen que puedo usar Internet en el AJ desde las 14:00 horas.
Catedral de Notre
Dame.
Además de Catedral
de Notre Dame, es también de Saint Laurent O’Toole. Este santo fue
un obispo de Dublin que murió en Eu, razón por la que también le
llaman Daint Laurent de Eu.
Debe pasar algo parecido a lo que ocurrió con San Antonio de Padua, que es donde adquirió fama de sabio, pero que en realidad había nacido en Lisboa. A los lisboetas les gustaría que le llamaran San Antonio de Lisboa, pero no lo consiguen. Entro, y saco foto de la nave central. Es muy hermosa y sin obstáculos que impidan una magnífica visión de conjunto. Sus arcos apuntan al gótico.
El púlpito y un altar frontal al mismo, ofrecen un buen trabajo de ebanistería. Me acerco a ellos para que se aprecie mejor el trabajo del ebanista o los ebanistas que lo hicieron. El órgano y el coro con sillería sencilla, ofrece el recargamiento de elementos dorados que no me agradan. Empiezo a recorrer la girola, pero no la puedo completar de ver y debo darme la vuelta, ya que la cripta está siendo reparada.
Por dos ventanas, aunque algo oscuro, puedo ver los sepulcros de las personas caritativas que, seguramente, hicieron alguna donación a la catedral. El tener dinero da privilegios y sus óbolos a interés fijo y promesa de vida eterna, les permitió que fueran enterradas en este mausoleo. Allí permanecerán post-mortem en la cripta, bajo el peso de la catedral, per saecula saeculorum amen. ¡Que lo disfruten!
Entre la estatuaria, y ya que he hablado de ellos al entrar, saco foto de San Antonio y de Saint Laurent. Utilizad los epítetos a vuestro gusto: Eu o Dublín, Pádova, Padua o Lisboa.
Para tener un recuerdo más completo del santo del lugar, fotografío el relicario de plata donde se encuentra algún hueso de Saint Laurent.
De allí paso al baptisterio, que es de piedra labrada con tapa algo churrigueresca de madera. Espero que la tengan que quitar y poner de ciento en viento.
Después saco foto de la talla de San Sebastián, que aquí ofrecen con una sola flecha, se ve que lo aprecian y no quieren hacerle más daño. Con una flecha de muestra basta para saber que no murió de un flechazo.
Regreso al lugar por donde me he asomado a la cripta y saco una foto de alguna de las personas insignes que reposan en su catafalco.
Un sarcófago que está bien iluminado, para que sea visto y no se pierda en la oscuridad del olvido. Vuelvo a sacar foto de la nave central, hacia el órgano alto. No sé la razón por la que hay dos órganos en los dos coros, el de arriba y el de abajo. Probablemente, el que está detrás de la sillería sea una especie de armónium organizado.
Salgo al exterior tras esta visita de la catedral y me dirijo hacia el castillo y dependencias aledañas. Saco foto de la fachada principal de la catedral de Notre Dame y Saint Laurent de Eu.
Debe pasar algo parecido a lo que ocurrió con San Antonio de Padua, que es donde adquirió fama de sabio, pero que en realidad había nacido en Lisboa. A los lisboetas les gustaría que le llamaran San Antonio de Lisboa, pero no lo consiguen. Entro, y saco foto de la nave central. Es muy hermosa y sin obstáculos que impidan una magnífica visión de conjunto. Sus arcos apuntan al gótico.
El púlpito y un altar frontal al mismo, ofrecen un buen trabajo de ebanistería. Me acerco a ellos para que se aprecie mejor el trabajo del ebanista o los ebanistas que lo hicieron. El órgano y el coro con sillería sencilla, ofrece el recargamiento de elementos dorados que no me agradan. Empiezo a recorrer la girola, pero no la puedo completar de ver y debo darme la vuelta, ya que la cripta está siendo reparada.
Por dos ventanas, aunque algo oscuro, puedo ver los sepulcros de las personas caritativas que, seguramente, hicieron alguna donación a la catedral. El tener dinero da privilegios y sus óbolos a interés fijo y promesa de vida eterna, les permitió que fueran enterradas en este mausoleo. Allí permanecerán post-mortem en la cripta, bajo el peso de la catedral, per saecula saeculorum amen. ¡Que lo disfruten!
Entre la estatuaria, y ya que he hablado de ellos al entrar, saco foto de San Antonio y de Saint Laurent. Utilizad los epítetos a vuestro gusto: Eu o Dublín, Pádova, Padua o Lisboa.
Para tener un recuerdo más completo del santo del lugar, fotografío el relicario de plata donde se encuentra algún hueso de Saint Laurent.
De allí paso al baptisterio, que es de piedra labrada con tapa algo churrigueresca de madera. Espero que la tengan que quitar y poner de ciento en viento.
Después saco foto de la talla de San Sebastián, que aquí ofrecen con una sola flecha, se ve que lo aprecian y no quieren hacerle más daño. Con una flecha de muestra basta para saber que no murió de un flechazo.
Regreso al lugar por donde me he asomado a la cripta y saco una foto de alguna de las personas insignes que reposan en su catafalco.
Un sarcófago que está bien iluminado, para que sea visto y no se pierda en la oscuridad del olvido. Vuelvo a sacar foto de la nave central, hacia el órgano alto. No sé la razón por la que hay dos órganos en los dos coros, el de arriba y el de abajo. Probablemente, el que está detrás de la sillería sea una especie de armónium organizado.
Salgo al exterior tras esta visita de la catedral y me dirijo hacia el castillo y dependencias aledañas. Saco foto de la fachada principal de la catedral de Notre Dame y Saint Laurent de Eu.
El castillo es un
museo que se visita. Recibe el nombre de Musée Louis Philippe.
El mismo edificio acoge también las dependencias municipales y, por tanto, está allí también el Ayuntamiento. Las casas ofrecen el entramado de madera en las fachadas típico de las casas normandas, aunque luego se hayan modernizado y hasta tengan ventanas con batientes laminados de aluminio o PVC.
El mismo edificio acoge también las dependencias municipales y, por tanto, está allí también el Ayuntamiento. Las casas ofrecen el entramado de madera en las fachadas típico de las casas normandas, aunque luego se hayan modernizado y hasta tengan ventanas con batientes laminados de aluminio o PVC.
Iglesia de los Jesuitas.
Siguiendo la calle,
llego a la fachada de la iglesia de los Jesuitas, que sólo la puedo
ver por su fachada exterior y a la que no puedo entrar por estar
cerrada.
Entro por el patio del colegio. Veo una escultura de pobre hombre abatido por el peso del mundo y pienso en San Ignacio y su amigo San Francisco de Javier, ambos traspasados de amor divino. Pero luego leo que es un monumento a los muertos en la primera Guerra Mundial, la de 1914 a 1918.
Vista desde el patio del colegio, la iglesia de los Jesuitas tiene una fachada principal muy diferente a la estructura del edificio que se ve desde el exterior. Comparad ambas. Por la tarde volveré. No acabo de saber cuál es el edificio que alberga el Teatro, pero no me preocupa mucho puesto que hoy no hay función. Hay una capilla de Saint Laurent anunciada en el mapa de la ciudad. Me hago propósito de ir, pero lo dejaré para la tarde. Finalmente me olvidaré y no iré a verla. Me voy a comer.
Entro por el patio del colegio. Veo una escultura de pobre hombre abatido por el peso del mundo y pienso en San Ignacio y su amigo San Francisco de Javier, ambos traspasados de amor divino. Pero luego leo que es un monumento a los muertos en la primera Guerra Mundial, la de 1914 a 1918.
Vista desde el patio del colegio, la iglesia de los Jesuitas tiene una fachada principal muy diferente a la estructura del edificio que se ve desde el exterior. Comparad ambas. Por la tarde volveré. No acabo de saber cuál es el edificio que alberga el Teatro, pero no me preocupa mucho puesto que hoy no hay función. Hay una capilla de Saint Laurent anunciada en el mapa de la ciudad. Me hago propósito de ir, pero lo dejaré para la tarde. Finalmente me olvidaré y no iré a verla. Me voy a comer.
La Victoria,
Jeanne y las compras.
No está mal
elegido. Es mi día de la victoria, en el que he conseguido completar
Normandía. Para celebrar esta victoria parcial, ya que aún me
quedan tres provincias, más Bélgica, más Holanda, pido tres huevos
fritos con patatas fritas y un vaso de vino tinto. Antes he comprado
fruta y no necesito comer postre. Por ella he pagado 2,85 €. La
comida en la brasserie Le Victoria’s me cuesta 8,45 €, que pago
en efectivo. En la pastelería compro un pastel por 1,90 € Es un
hojaldre que rebosa mantequilla, y en BHV Tabac, tomo un “pommeau”,
un licor de manzana típico de Calvados, por 2,80 €. Lo saboreo en
el bar, mientras recorto los mapas últimos. Jeanne come un bocata,
paga y se acerca a mi mesa. Es periodista de un periódico local. Le
pregunto si yo sería materia interesante como para un reportaje. No
me dice ni que sí, ni que no. Le cuento anécdotas de mi viaje,
hasta que llega la hora en que se tiene que ir a trabajar. Jeanne es
muy jovencita. Probablemente esté iniciándose en su primer empleo.
Decido hacer la compra para cenar en el albergue. En la Boucherie du
Centre, compro boquerones muy pequeños en vinagreta, una ensaladilla
de algo de color blanco con zanahoria y mahonesa y un trozo de paté
de campaña, y pago 7,19 €. No me importa no hacer comida de mucho
fundamento, ya que hoy desgasto pocas energías. Luego, en la
Boulangerie, donde ya había comprado antes el pastel, compro pan por
1,25 €. Es un pan redondo y la panadera me pregunta si me lo
trocea. Le digo que sí, y a los 1,15, añade 0,10 € por el corte.
Merece la pena, pero creía que el rebanado iba a ser gratis. En la
guillotina, los ajusticiados no pagaban un precio extra por la
operación de desmochado de su cabeza.
Hoy, los 24,44 € que me voy gastando, todos los he pagado en efectivo. Ninguna cuenta supera los diez euros. Pero no me conviene que estos pagos en metálico proliferen, pues por el dinero que saco de cajero, debo pagar un 4% al banco. Lo considero un latrocinio impune, por conseguir en mi Europa un dinero que es mío y que no me produce ningún interés. Tampoco debiera imponerme un coste al disponerlo.
Debiéramos ser europeos para todo, lo bueno y para lo malo. Antes de volver a casa, me doy un paseo. Saco foto de Louis Philippe ecuestre, ante su castillo. También otro edificio con otras dependencias. Pudieron ser en su día el lugar donde estaban las caballerizas. En la base de la estatua de Louis Philippe esta, en relieve, una escena guerrera.
No sé a qué episodio de la vida del rey se referirá. Sería alguna victoria.
Por último, saco foto del castillo, al fondo de una gran avenida con laterales ajardinados, donde se demuestra el mérito de las cuatro flores que le acreditan como una de las mejores “villes fleuries” de toda Francia.
Como creo que ya estará abierta, vuelvo a la iglesia de los Jesuitas, donde sigo sin encontrar a Ignacio ni a Javier, y compruebo que no tiene uso para el culto, sino que es un gran salón de exposiciones. Hay pintura, escultura y objetos de barro, porcelana y vidrio.
Cuando salgo, al menos el de la puerta, sabe que la fiesta del santo se celebra el 31 próximo, pero no tiene ni idea de quién puede ser San Francisco de Javier. Saco una foto de la nave central y luego del patio del colegio, donde, en su jardín, se expone una escultura moderna, que no me dice nada.
Desde el patio fotografío un ala exterior de la iglesia. Paso por la frutería y compro fruta: nectarinas, naranjas españolas y bananas. No tienen plátanos.
Hoy, los 24,44 € que me voy gastando, todos los he pagado en efectivo. Ninguna cuenta supera los diez euros. Pero no me conviene que estos pagos en metálico proliferen, pues por el dinero que saco de cajero, debo pagar un 4% al banco. Lo considero un latrocinio impune, por conseguir en mi Europa un dinero que es mío y que no me produce ningún interés. Tampoco debiera imponerme un coste al disponerlo.
Debiéramos ser europeos para todo, lo bueno y para lo malo. Antes de volver a casa, me doy un paseo. Saco foto de Louis Philippe ecuestre, ante su castillo. También otro edificio con otras dependencias. Pudieron ser en su día el lugar donde estaban las caballerizas. En la base de la estatua de Louis Philippe esta, en relieve, una escena guerrera.
No sé a qué episodio de la vida del rey se referirá. Sería alguna victoria.
Por último, saco foto del castillo, al fondo de una gran avenida con laterales ajardinados, donde se demuestra el mérito de las cuatro flores que le acreditan como una de las mejores “villes fleuries” de toda Francia.
Como creo que ya estará abierta, vuelvo a la iglesia de los Jesuitas, donde sigo sin encontrar a Ignacio ni a Javier, y compruebo que no tiene uso para el culto, sino que es un gran salón de exposiciones. Hay pintura, escultura y objetos de barro, porcelana y vidrio.
Cuando salgo, al menos el de la puerta, sabe que la fiesta del santo se celebra el 31 próximo, pero no tiene ni idea de quién puede ser San Francisco de Javier. Saco una foto de la nave central y luego del patio del colegio, donde, en su jardín, se expone una escultura moderna, que no me dice nada.
Desde el patio fotografío un ala exterior de la iglesia. Paso por la frutería y compro fruta: nectarinas, naranjas españolas y bananas. No tienen plátanos.
Internet en el Albergue Juvenil.
Con la compra hecha,
vuelvo al albergue para depositarla sobre la mesa. No ha llegado
nadie a compartir conmigo la habitación, así que parece que seguiré
estando solo. No acabo de entender lo del albergue completo para esta
noche. La nueva recepcionista me confirma que ya puedo hacer uso del
ordenador. Cuando bajo de la habitación, hablo con dos oficinistas
que trabajan al lado de recepción. Se encargan de otros asuntos de
la ciudad. Una de ellas sale al exterior para darme una explicación
de algo que, ahora que escribo, ya no recuerdo. Voy a la sala donde
está Internet y allí está la encargada y una usuaria. Poca ayuda
me da la encargada. Se le ve que no tiene ningún interés en poner
atención y entenderme. Leo y borro todos los correos que no me
interesa guardar y contesto algunos. Leo algo largo escrito por
Musku, otro de Amnistía Internacional, contesto a TNS, que me pide
unas facturas que no podré enviarles hasta finales de agosto, junto
a las encuestas de ocio y consumo. La encuesta grande del año, les
pido que me la manden en papel, pues no tengo Internet en casa y,
para contestarla, tengo necesidad de informarme in situ. Todo esto lo
hago en KZgunea. En Hotmail leo lo que me dice Pedro, me cuenta que
en verano va a Turquía y le digo dónde estoy y le digo que me
confirme si va a venir al Zinemaldia de Donostia en setiembre. Isaac
me confirma que es él. Ya creía que no existía. También Marivonne
ha cambiado de planes y en vez de a Calais se ha ido a Burdeos. Así
que no tendré que molestarme en buscarla allí cuando llegue yo.
Escribo un correo a los que tengo, pero quiero hacerlo en CCO. No sé cómo hacerlo y acaba siendo un correo para pocos. Más tarde responderé a Fel y a Agustín. Escribo a François y Beatrice. El de Gurutz me llega rechazado. Me olvido de escribir a Annick. Lo haré luego, a las siete, la hora en que me había dicho el recepcionista. Subo a mi habitación y preparo un paseo y llevo material para dibujar. A ver si hoy lo hago en serio.
Escribo un correo a los que tengo, pero quiero hacerlo en CCO. No sé cómo hacerlo y acaba siendo un correo para pocos. Más tarde responderé a Fel y a Agustín. Escribo a François y Beatrice. El de Gurutz me llega rechazado. Me olvido de escribir a Annick. Lo haré luego, a las siete, la hora en que me había dicho el recepcionista. Subo a mi habitación y preparo un paseo y llevo material para dibujar. A ver si hoy lo hago en serio.
Un paseo con
dibujos.
Salgo del albergue y
voy hacia el Castillo. No necesito subir a la catedral, ya que por
aquí abajo también se llega. Muros de contención y terreno en
rampa sujetan y forman la base del castillo, y de los jardines que he
mostrado antes.
Me voy acercando al río y me paro junto a un árbol de forma especial que me proporciona apoyo, soledad y sombra.
Allí estoy un rato dibujando. Al otro lado del río pacen las vacas, la mayoría blancas y negras o negras y blancas, como se prefiera, y me divierto viendo cómo algunas beben agua directamente de la corriente. ¿Qué pasaría si alguna pisara erróneamente y cayera al agua? ¿Se ahogaría? ¿Qué haría el caminante? ¿Trataría de salvarla? No tengo ni idea de la profundidad del lecho del río.
Dibujo a las vacas bebiendo y comiendo hierba. Luego subo al castillo y lo dibujo. Mezclo pincel y rotulador, con resultado poco afortunado.
Me voy acercando al río y me paro junto a un árbol de forma especial que me proporciona apoyo, soledad y sombra.
Allí estoy un rato dibujando. Al otro lado del río pacen las vacas, la mayoría blancas y negras o negras y blancas, como se prefiera, y me divierto viendo cómo algunas beben agua directamente de la corriente. ¿Qué pasaría si alguna pisara erróneamente y cayera al agua? ¿Se ahogaría? ¿Qué haría el caminante? ¿Trataría de salvarla? No tengo ni idea de la profundidad del lecho del río.
Dibujo a las vacas bebiendo y comiendo hierba. Luego subo al castillo y lo dibujo. Mezclo pincel y rotulador, con resultado poco afortunado.
De regreso.
Internet II y postales.
Cuando regreso, el
recepcionista se sorprende. “¿Esto has hecho tú?”, me pregunta.
Entro de nuevo en Internet. Escribo a Annick para que sepa dónde
estoy.
Subo y escribo en la habitación las postales que compré en Étretat y las mando a Jokin, Luchy Mendía, para que le llegue como felicitación de cumpleaños, pues nació en Francia el 14 de julio, la fiesta nacional. También escribo a Lourdes, Virginia, Abdu, los Galarza, Luisa, Trina, Gurutz y Martín y Arantza. Bajo a echarlas en un buzón de La Poste, que está en el mismo muro que va del albergue a la Catedral, y vuelvo a casa. Al regreso, ya han cerrado la fuente. Nadie puede coger agua hasta mañana. A ver si me acuerdo y lleno mi botellín de agua del manantial para el camino.
Subo y escribo en la habitación las postales que compré en Étretat y las mando a Jokin, Luchy Mendía, para que le llegue como felicitación de cumpleaños, pues nació en Francia el 14 de julio, la fiesta nacional. También escribo a Lourdes, Virginia, Abdu, los Galarza, Luisa, Trina, Gurutz y Martín y Arantza. Bajo a echarlas en un buzón de La Poste, que está en el mismo muro que va del albergue a la Catedral, y vuelvo a casa. Al regreso, ya han cerrado la fuente. Nadie puede coger agua hasta mañana. A ver si me acuerdo y lleno mi botellín de agua del manantial para el camino.
Cena y a dormir.
Ceno las anchoas,
toda la ensaladilla y casi todo el paté de campaña. Guardo un poco
con pan. Como una naranja, una nectarina y un plátano. A lo mejor el
resto es lo que como mañana. Cago y me pongo a escribir el diario.
Escribo hasta las 22:30 horas. Me doy masaje de aloe-vera en los pies
y me acuesto. Desde la cama oigo como regresan los niños con sus
monitores. Hoy hacen menos ruido que ayer, pero no me levanto para
saludarles. No me apetece volverme a vestir. Creo que mañana me iré
antes de que se levanten. Duermo bien a ratos, a pesar de que el
edredón transversal sigue dando mucho calor. Se me olvidó pedir
manta. Tampoco he utilizado la jornada para que me miraran el talón
del pie izquierdo, que me duele como si tuviera algo incrustado. Ni
me he molestado en buscar un centro de salud. La sala de ordenadores
permanece día y noche encendida y abierta.
Balance de un día
sin salir de Eu.
Para mí Eu es un
eufemismo de Europa. La jornada ha sido tranquila. Bien atendido en
el Albergue Juvenil, he visto lo más significativo del lugar y he
aprovechado para dibujar. También ha sido útil para la logística,
además de para el descanso.
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